DECLARACIÓN INSTITUCIONAL EN CONTRA DE LA GUERRA.

En el último Pleno Extraordinario celebrado en Cehegín cuando, al comienzo de éste, el Alcalde, Pedro Abellán Soriano, hizo una declaración Institucional en contra de la guerra. Reproducimos, por su interés, el texto de la misma:

'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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En el último Pleno Extraordinario celebrado en Cehegín cuando, al comienzo de éste, el Alcalde, Pedro Abellán Soriano, hizo una declaración Institucional en contra de la guerra. Reproducimos, por su interés, el texto de la misma:

'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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En el último Pleno Extraordinario celebrado en Cehegín cuando, al comienzo de éste, el Alcalde, Pedro Abellán Soriano, hizo una declaración Institucional en contra de la guerra. Reproducimos, por su interés, el texto de la misma:

'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

Manifiesto, por tanto, aquí, mi apoyo y vinculación a las iniciativas ciudadanas que se están convocando en este mismo sentido y mi profundo convencimiento de que cualquier conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, debe resolverse por medios pacíficos, tal como preceptúa la Carta de las Naciones Unidas, en el marco del respeto de los derechos humanos, las reglas de la democracia y el derecho internacional. Y mi radical rechazo y condena a cualquier acción violenta, tanto en el ámbito nacional como internacional, y en consecuencia, mi expresión de un rotundo no a la violencia y no a la guerra que se pretende iniciar contra Irak, y que, únicamente, puede producir muerte, sufrimiento y destrucción'.

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'Las Instituciones, en este caso el Ayuntamiento de la Ciudad de Cehegín, no pueden estar ajenas, en este momento, al importante periodo de la historia que nos ha tocado vivir y que tiene su reflejo en la, parece, inminente guerra contra Irak. La paz y la seguridad de cualquier país, región, y del conjunto del planeta, sólo pueden lograrse mediante políticas concertadas que aseguren el diálogo, la participación, la satisfacción de las necesidades básicas de las poblaciones, el desarme global y la justicia social; jamás podrá lograrse con un enfoque exclusivamente militar, y menos con la constante amenaza de las armas.

Las armas nucleares, químicas y bacteriológicas nunca serán instrumentos para alcanzar la paz o la seguridad, sino artefactos con capacidad para destruir todo el planeta. Su completa eliminación es una aspiración de la humanidad que no se ve correspondida por los estados que, todavía, tienen inmensos arsenales de algunas de estas armas. Hay que urgir, por tanto, a que esos estados, sin excepción, se comprometan a deshacerse, cuanto antes, de cualquier tipo de armas de destrucción masiva, firmen todos los acuerdos y tratados de desarme existentes y suspendan toda actividad de investigación en este sentido. Pero quiero dejar constancia de mi posición a favor de mecanismos de diálogo para afrontar los problemas de la comunidad internacional y en contra de una posible acción de guerra en Irak; una acción de guerra que sólo encubre la codicia de los poderosos, que no responde a procedimientos justos de decisión y que afectaría a millones de inocentes. La guerra es el fracaso más grande de la razón y de la humanidad.

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