El Chaparral celebra las fiestas de San Antón

La pedanía ceheginera de El Chaparral ha celebrado las fiestas de San Antón, patrón de los animales, durante un fin de semana cargado de tradiciones populares, en el que los vecinos han podido disfrutar, sobre todo, de los sabrosísimos platos típicos de las chaparraleñas.

La matanza de los cerdos y el pelado de las cebollas para las morcillas daban el pistoletazo de salida a las fiestas de San Antón, en una jornada previa en la que los vecinos se preparaban para la recogida de leña que les esperaba al día siguiente. El sábado, tras prender fuego a la lumbre, las raseras comenzaban su particular danza para deleitar a los allí presentes con unas sabrosísimas 'migas de muerte marrano'. Con el estómago lleno y la mente tranquila, todos asistían a la misa en honor a San Antón, en la que fueron bendecidos numerosos animales, sobre todo, perros, gatos y pájaros. Una llama gigantesca daba a entender que ya se había prendido la hoguera, conocida popularmente como 'castillo', empeñada en convertir los troncos de madera en pequeñas brasas para la gran parrillada de carne que daría de cenar a los asistentes. Por si fuera poco, sobre las 2 de la madrugada, las animadas chaparraleñas, en un arrebato de valentía, se ponían a preparar 'rin ran' para todo el mundo, un plato típico a base de patatas, pimiento, olivas negras 'partías' y bacalao, principalmente.

El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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La pedanía ceheginera de El Chaparral ha celebrado las fiestas de San Antón, patrón de los animales, durante un fin de semana cargado de tradiciones populares, en el que los vecinos han podido disfrutar, sobre todo, de los sabrosísimos platos típicos de las chaparraleñas.

La matanza de los cerdos y el pelado de las cebollas para las morcillas daban el pistoletazo de salida a las fiestas de San Antón, en una jornada previa en la que los vecinos se preparaban para la recogida de leña que les esperaba al día siguiente. El sábado, tras prender fuego a la lumbre, las raseras comenzaban su particular danza para deleitar a los allí presentes con unas sabrosísimas 'migas de muerte marrano'. Con el estómago lleno y la mente tranquila, todos asistían a la misa en honor a San Antón, en la que fueron bendecidos numerosos animales, sobre todo, perros, gatos y pájaros. Una llama gigantesca daba a entender que ya se había prendido la hoguera, conocida popularmente como 'castillo', empeñada en convertir los troncos de madera en pequeñas brasas para la gran parrillada de carne que daría de cenar a los asistentes. Por si fuera poco, sobre las 2 de la madrugada, las animadas chaparraleñas, en un arrebato de valentía, se ponían a preparar 'rin ran' para todo el mundo, un plato típico a base de patatas, pimiento, olivas negras 'partías' y bacalao, principalmente.

El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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La pedanía ceheginera de El Chaparral ha celebrado las fiestas de San Antón, patrón de los animales, durante un fin de semana cargado de tradiciones populares, en el que los vecinos han podido disfrutar, sobre todo, de los sabrosísimos platos típicos de las chaparraleñas.

La matanza de los cerdos y el pelado de las cebollas para las morcillas daban el pistoletazo de salida a las fiestas de San Antón, en una jornada previa en la que los vecinos se preparaban para la recogida de leña que les esperaba al día siguiente. El sábado, tras prender fuego a la lumbre, las raseras comenzaban su particular danza para deleitar a los allí presentes con unas sabrosísimas 'migas de muerte marrano'. Con el estómago lleno y la mente tranquila, todos asistían a la misa en honor a San Antón, en la que fueron bendecidos numerosos animales, sobre todo, perros, gatos y pájaros. Una llama gigantesca daba a entender que ya se había prendido la hoguera, conocida popularmente como 'castillo', empeñada en convertir los troncos de madera en pequeñas brasas para la gran parrillada de carne que daría de cenar a los asistentes. Por si fuera poco, sobre las 2 de la madrugada, las animadas chaparraleñas, en un arrebato de valentía, se ponían a preparar 'rin ran' para todo el mundo, un plato típico a base de patatas, pimiento, olivas negras 'partías' y bacalao, principalmente.

El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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La matanza de los cerdos y el pelado de las cebollas para las morcillas daban el pistoletazo de salida a las fiestas de San Antón, en una jornada previa en la que los vecinos se preparaban para la recogida de leña que les esperaba al día siguiente. El sábado, tras prender fuego a la lumbre, las raseras comenzaban su particular danza para deleitar a los allí presentes con unas sabrosísimas 'migas de muerte marrano'. Con el estómago lleno y la mente tranquila, todos asistían a la misa en honor a San Antón, en la que fueron bendecidos numerosos animales, sobre todo, perros, gatos y pájaros. Una llama gigantesca daba a entender que ya se había prendido la hoguera, conocida popularmente como 'castillo', empeñada en convertir los troncos de madera en pequeñas brasas para la gran parrillada de carne que daría de cenar a los asistentes. Por si fuera poco, sobre las 2 de la madrugada, las animadas chaparraleñas, en un arrebato de valentía, se ponían a preparar 'rin ran' para todo el mundo, un plato típico a base de patatas, pimiento, olivas negras 'partías' y bacalao, principalmente.

El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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La matanza de los cerdos y el pelado de las cebollas para las morcillas daban el pistoletazo de salida a las fiestas de San Antón, en una jornada previa en la que los vecinos se preparaban para la recogida de leña que les esperaba al día siguiente. El sábado, tras prender fuego a la lumbre, las raseras comenzaban su particular danza para deleitar a los allí presentes con unas sabrosísimas 'migas de muerte marrano'. Con el estómago lleno y la mente tranquila, todos asistían a la misa en honor a San Antón, en la que fueron bendecidos numerosos animales, sobre todo, perros, gatos y pájaros. Una llama gigantesca daba a entender que ya se había prendido la hoguera, conocida popularmente como 'castillo', empeñada en convertir los troncos de madera en pequeñas brasas para la gran parrillada de carne que daría de cenar a los asistentes. Por si fuera poco, sobre las 2 de la madrugada, las animadas chaparraleñas, en un arrebato de valentía, se ponían a preparar 'rin ran' para todo el mundo, un plato típico a base de patatas, pimiento, olivas negras 'partías' y bacalao, principalmente.

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La matanza de los cerdos y el pelado de las cebollas para las morcillas daban el pistoletazo de salida a las fiestas de San Antón, en una jornada previa en la que los vecinos se preparaban para la recogida de leña que les esperaba al día siguiente. El sábado, tras prender fuego a la lumbre, las raseras comenzaban su particular danza para deleitar a los allí presentes con unas sabrosísimas 'migas de muerte marrano'. Con el estómago lleno y la mente tranquila, todos asistían a la misa en honor a San Antón, en la que fueron bendecidos numerosos animales, sobre todo, perros, gatos y pájaros. Una llama gigantesca daba a entender que ya se había prendido la hoguera, conocida popularmente como 'castillo', empeñada en convertir los troncos de madera en pequeñas brasas para la gran parrillada de carne que daría de cenar a los asistentes. Por si fuera poco, sobre las 2 de la madrugada, las animadas chaparraleñas, en un arrebato de valentía, se ponían a preparar 'rin ran' para todo el mundo, un plato típico a base de patatas, pimiento, olivas negras 'partías' y bacalao, principalmente.

El domingo amanecía nublado y con tres voluminosas ollas puestas al fuego, las cuales, mezcladas con el vino que iba repartiendo 'el cura del Chaparral', dejaron satisfechos a todos los que en éstas metieron su cuchara. Tras esta copiosa comida, llegaba el momento de aflojarse un poco el cinturón y el bolsillo. Tres conejos, una liebre, un pollo, un lomo de cerdo y un jamón salían a subasta, justo antes de que, sin hacer aún efecto el bicarbonato, las mujeres se pusieran a preparar las famosas tortas fritas, típicas en estas fechas, las cuales siguen festejándose como el primer día, en la pedanía ceheginera de El Chaparral.

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