José David de Gea, Jerez 2003, Campeón de España de Velocidad en Fórmula Extreme. Lluvia en el tejado del alma y en las ruedas pegadas a su corazón. Le tiembla el pulso cuando piensa en los comienzos. Quedaron lejos las Malasias del hambre y el Robert olvidado. Jerez, 2003. Se oyen las voces de los cehegineros arrebolados de fríos y manos curtidas por el tiempo. Están con su piloto, con su amigo. Sólo falta una vuelta y el asfalto es una suave mujer deshilachada. José David piensa en el tráfago de los días pasados, en su familia, y cuando corría por las calles de su Cehegín en motos esqueléticas a la velocidad del viento de Levante. Cuando en Cartagena se enamoraba de las secretarias maduras. El recuerdo es un estigma. El hambre de lo vivido es ahora sólo un baño de triunfos. Ya no es aquel que despedazaba los segundos esperando el maná de la victoria. Ya no es aquel que soñaba con la grandeza. Él ha sufrido pero es un ganador a sangre y fuego. Jerez 2003. Quedan sólo unos metros para la gloria, las rosas y, tal vez por hoy, el alcohol del fuego de artificio. Quedaron lejos las carreras triunfantes de Holanda, cuando fue tercero en el campeonato del mundo, cuando aprendía inglés entre mecánicos que sólo sabían inglés, y amigos a los que les daba consejos al acostarse en cada curva para reducir tiempo. Jerez 2003. José David cruza la meta. Levanta el pulgar como los pretores romanos. Es Campeón de España. En un domingo nostálgico, del 23 de noviembre del año 2003, con lluvia en los tórridos campos de Jerez, hay un niño que ha forjado un leyenda antigua para todos nosotros. Felicidades.

Jesús de la Ossa Abril.

José David de Gea, Jerez 2003, Campeón de España de Velocidad en Fórmula Extreme. Lluvia en el tejado del alma y en las ruedas pegadas a su corazón. Le tiembla el pulso cuando piensa en los comienzos. Quedaron lejos las Malasias del hambre y el Robert olvidado. Jerez, 2003. Se oyen las voces de los cehegineros arrebolados de fríos y manos curtidas por el tiempo. Están con su piloto, con su amigo. Sólo falta una vuelta y el asfalto es una suave mujer deshilachada. José David piensa en el tráfago de los días pasados, en su familia, y cuando corría por las calles de su Cehegín en motos esqueléticas a la velocidad del viento de Levante. Cuando en Cartagena se enamoraba de las secretarias maduras. El recuerdo es un estigma. El hambre de lo vivido es ahora sólo un baño de triunfos. Ya no es aquel que despedazaba los segundos esperando el maná de la victoria. Ya no es aquel que soñaba con la grandeza. Él ha sufrido pero es un ganador a sangre y fuego. Jerez 2003. Quedan sólo unos metros para la gloria, las rosas y, tal vez por hoy, el alcohol del fuego de artificio. Quedaron lejos las carreras triunfantes de Holanda, cuando fue tercero en el campeonato del mundo, cuando aprendía inglés entre mecánicos que sólo sabían inglés, y amigos a los que les daba consejos al acostarse en cada curva para reducir tiempo. Jerez 2003. José David cruza la meta. Levanta el pulgar como los pretores romanos. Es Campeón de España. En un domingo nostálgico, del 23 de noviembre del año 2003, con lluvia en los tórridos campos de Jerez, hay un niño que ha forjado un leyenda antigua para todos nosotros. Felicidades.

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