El viernes 10 de octubre, tuvo lugar en la Ermita de El Escobar una asamblea de vecinos y propietarios de El Escobar y de El Ribazo, a la que fueron invitados miembros de la corporación municipal actual y de la anterior, así como de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza Caralluma, en cuyo nombre acudí, en la que se trató sobre la proximidad de una planta de residuos en la zona (la vivienda más cercana dista unos 200 metros), que por sus características, es susceptible de estar ocasionando graves problemas de salud pública, medioambientales y agrícolas en todo su entorno. A dicha asamblea, la corporación municipal desestimó, en el último momento, asistir, habiendo enviado, diez minutos antes del comienzo, una nota en la que emplazaba a una fecha posterior.
En la asamblea, a la que asistieron unas 70 personas y que se desarrolló en un clima de inquietud y crispación, se tomó la decisión, supuesto que existe un expediente municipal abierto desde el 3 de marzo de este año, y considerando el ofrecimiento del Ayuntamiento, de reunirse con una representación de la asamblea en fecha por determinar, de posponer cualquiera de las actuaciones de fuerza, de carácter urgente, presentadas por los presentes, como corte de la carretera, manifestación en el centro de Cehegín, recogida de firmas u otras, hasta ver el resultado de dicha reunión.
A fecha del 16 de octubre fueron presentadas, en distintas instancias de las administraciones local y regional, denuncias a las que, en su mayoría, aún no se ha obtenido respuesta alguna. Tras ver las instalaciones, opino que, considerando su estructura, teniendo en cuenta la cercanía del río Quípar, la inmediatez de cultivos agrícolas, el nauseabundo olor que impregna la zona, con viviendas muy cercanas y que en ocasiones, según los vientos, llega hasta barrios de Cehegín distantes cerca de 3 kilómetros, sería conveniente y necesario acometer medidas correctoras que palien los efectos negativos que dicha planta genera.
Santos López Giménez – LA VERDAD, 21.10.03