Es dificil comprender todo el horror que se produjo en los campos de exterminio nazis, por más que haya que pensar, ahora, en la celebración del 60 aniversario de la liberación de Auswitch, un 27 de enero de 1945.
Primo Levi, uno de los escasos judíos que sobrevivieron al holocausto "para poder contarlo", trató de aproximarnos a ese infernal escenario de muerte, consciente de que no sería nada fácil, porque nos pareceria increíble.
En el prefacio de "Los hundidos y los salvados", la tercera parte de su famosa trilogía, escribe que esta dificultad había sido prevista por los propios soldados de las SS, que se divertían en advertir cínicamente a los prisioneros judios:
"Termine como termine, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno quedareis para contarlo, pero, incluso si alguno lograra escapar, el mundo no lo creería. Tal vez habrá sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros serán destruidas las pruebas. Y aunque alguna prueba llegase a subsistir, aunque alguno de vosotros llegara a sobrevivir, la gente dirá que los hechos que cóntais son demasiado monstruosos para ser creídos. Dirá que son exageraciones de la propaganda aliada, y nos creera a nosotros, que lo negaremos todo. La historia de los campos de exterminio la escribiremos nosotros".
Levi dice que esa idea ("aunque lo cóntasemos, no nos creerían"), era como una terrible pesadilla, que afloraba, en forma de sueños nocturnos, en la desesperación de los prisioneros. Y por eso, en todos sus testimoníos se repite ese mismo miedo a no ser creídos, aunque la mayoría de las pruebas del genocidio no pudieron ser destruidas.
Ahí radica la dificultad de comprender lo que pasó en Auchwitz, en la terrible imposibilidad de hacer creíble una violencia infernal que, sin embargo, existió.
EN MEMORIA DE TODOS LOS QUE ALLÍ MURIERON, MUCHOS DE ELLOS: ESPAÑOLES